Identidad, Comunicación y Movimientos sociales.

Publicado en por Elkin Alfonso Calvo

 

Desplazados, refugiados y movimientos poblacionales.

 

El hombre siempre ha tenido la necesidad a dejar legado y representación de sí mismo, de los animales que lo rodean y todo su entorno independientemente en que época de la historia se encuentre; es por esto que analizo desde el surgimiento del renacimiento en los siglos XV y XVI, caracterizado por el reconocimiento de la belleza humana, de la naturaleza, y de las creaciones del mismo hombre, el cual se convierte en el “centro del universo”, evocando esto hasta nuestras épocas siglo XX y XXI.

La anterior concepción no ha cambiado mucho pues el sistema capitalista nos hace desear tener unos cánones de aceptación social de acuerdo a lo que pinte la moda, el arte, la cultura y todo lo que viene del primer mundo, olvidando quizá toda relación social con nuestro contexto histórico social y político en el cual nos encontramos inmersos.

Con lo anterior entendemos que la extensión y la identidad de cada latinoamericano, puede estar mediada por los medios y las mediciones de participación ciudadana pensando que la Educación frente a estos medios no hace consumistas de una ideología que no es la nuestra propiamente.

En los 70 y los 80, la comunicación “alter-nativa”, entendida como “la otra”, llamada popular, educativa o comunitaria, tuvo su auge en Latinoamérica, comprometida con los Movimientos Sociales y la crítica frente a la sociedad imperante. Fue una época muy fructífera en experiencias, compromisos y reflexiones. Se conoció muy de cerca en el mundo popular y su importancia en la sociedad. Y la apuesta por una organización popular y democrática articulada llenó y hasta suplió  las utopías políticas de ese entonces. Los actores de sectores pobres se convirtieron en protagonistas y desde allí se les percibía como nuevos y auténticos gestores de cambio social”[1]

A fines de la década de los 80 y comienzos de los noventa se trabaja en especial desde lo exclusivo y excluyente en apoyo a los sectores populares hacia un proceso social de cambio llamado “desarrollo”, por lo tanto se relaciona el sujeto como acción social y política, es decir se da la opción de trabajar en los sistemas de gobierno, de ideas, necesidades sociales, para resolver problemas perspectiva que continua hasta hoy.

Las luchas sociales en Latinoamérica siempre han existido, buscando así identidades colectivas de género, inclusión, politización, etc.  Pero los cambios sociales que se han vivido, las crisis económicas, el desplazamiento masivo de la población rural a las ciudades, han sustentado gran parte de los Nuevos Movimientos Sociales (NMS) en América Latina y quizá el encuentro de identidades y representaciones sociales en contextos donde se han perdido.

Ernesto Laclau plantea algunas premisas teóricas para pensar los NMS en Latinoamérica en la novedad y lo específico de  las formas de lucha y resistencia.

El concepto de novedad se ha tomado especialmente en la manera como las nuevas luchas causan una crisis en el paradigma tradicional.

“Tres características principales han tipificado las conceptualizaciones tradicionales de los conflictos sociales:

1) la determinación de la identidad de los agentes dada a través de categorías pertenecientes a la estructura social.

2) la clase de conflicto determinada según un paradigma diacrónico-evolutivo.

3) la pluralidad de espacios del conflicto social, reducida, en cuanto los conflictos politizaron hacia un espacio político unificado en el cual la presencia de los agentes fue concebida como una simple “representación de intereses”[2].

En el primer punto se refiere al área de emergencia de cada conflicto: las luchas son llamadas “campesinas”,”burguesas”, “pequeño-burguesas”, etc. Cada una de  estas categorías designa al agente social como referente.

Seguidamente, determina el significado de cada lucha en términos de un esquema teológico-evolutivo, donde no depende de la conciencia de los agentes, pero si de un desarrollo subyacente de la historia, la transición de la sociedad tradicional a la sociedad de masas, en algunas concepciones la transición del feudalismo al capitalismo.

Finalmente, se refiere a la pluralidad de espacios del conflicto social como una consecuencia de los dos anteriores; la esfera política es un nivel preciso de lo social; si la identidad de los agentes sociales es constituida a un nivel diferente, Ej.: el económico, su presencia en el nivel político solo puede tomar forma en una representación de intereses.

Lo que ha caracterizado a los NMS, es que a través del tiempo la unidad de estos tres aspectos del paradigma se ha roto, se ha vuelto casi imposible identificar el grupo, concebido como referente, como un sistema coherente y ordenado.

El siglo XIX se caracteriza por las largas jornadas de trabajo, los salarios de hambre, imposible acceder a los bienes de consumo. La transformación de estas condiciones en el siglo XX, ha debilitado los lazos que unían las diferentes identidades del trabajador como productor o agente político, dando como resultado de un lado, las posiciones del agente social se han vuelto autónomas, es ahí donde se encuentra la especificad de los NMS, y por otro lado el tipo de articulaciones existentes entre esas diferentes posiciones se torna más indeterminado.

Lo que es particularmente nuevo e impactante en los Movimientos sociales que han surgido en América Latina en los últimos veinte años es que tal vez, por primera vez, este momento totalizador está ausente, sino cuestionado seriamente. Las movilizaciones populares ya no están más basadas en un modelo de sociedad total, sino que descansa sobre una pluralidad de demandas concretas que llevan a una proliferación de espacios políticos.

A partir de esta realidad se generan varias inquietudes alrededor de las movilizaciones en Latinoamérica expuestas por el autor citadas como espacio de reflexión:

¿En qué medida las nuevas movilizaciones rompen con una imaginaria totalizante, o, por el contrario, en que medida aparecen aprisionadas a ella? ¿Llevará la experiencia de la apertura de los sistemas políticos después de la crisis de las dictaduras a la reproducción de los espacios políticos tradicionales, basados en una dicotomía que reduce toda la práctica política a una relación de representación? ¿O la radicalización de una variedad de luchas basadas en un pluralidad de posiciones subjetivas llevará a una proliferación de espacios, reduciendo la distancia entre representantes y representados?[3]

Estos espacios públicos construidos en la actualidad desde la aceptación social nos vuelve ilimitadamente consumista, de un sistema que nos envuelve en su máxima expresión de la globalización, donde el tener en lo material nos vende la idea de felicidad en lo irreal, irremediablemente estamos siguiendo el adoctrinamiento de la publicidad, de los medios y de una realidad que parece contada por cuentos de hadas, en un sistema sin libertad de ninguna clase, pues ni la expresión, ni la movilidad, ni la “libertad” de ser libre.

El comprar y tener de las cosas que no se consideran como arte, el gran consumismo del tabaco, la ropa, grandes aranceles extranjeros,  los efectos de la publicidad, Es en esta época Siglo XX cuando las empresas tabaqueras comienzan a usar la asociación de "esta agradable forma de relación humana", con determinados modelos de comportamiento de personajes famosos (reales ó de ficción), para que la población general, por mimetismo, adopte la misma conducta, con el consiguiente aumento del consumo y de las ventas.

El pensarse sentirse y vivir  latinoamericano lleva a tener unos imaginarios no pensados desde la misma región sino pensados desde el consumo y las identidades construidas por los imaginarios del contexto, el no vivir nuestra región y quizá sentirnos mas de otro lugar del mundo por esos mismos imaginarios nos arrastra en una cultura  extranjera.



[1] Moreno Alfaro. Rosa María. Culturas Populares y Comunicación Participativa: en la ruta de las redefiniciones. Pág1. Asociación de Comunicadores Sociales Calandria.

[2] LACLAU, Ernesto. Los nuevos movimientos sociales y la pluralidad de lo social. En: Revista Latín América Studies Nº29. CEDLA.1985. p. 4

[3] Ibíd., p.11.

 

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